Relato del 15° Concurso “Sin Presiones” Expresión Escrita de lxs Trabajadorxs

Título: ¿Quién cuida al cuidador?

 

thinker_at_a_loss_consider_play_question_mark_holzfigur_patience_sad-637766Todas las mañanas LITO, un estudiante de enfermería, salía hacia su trabajo una clínica geriátrica de muchos años en la ciudad de Córdoba para atender a los pacientes mas vulnerables en su etapa terminal.

Su vocación de servicio la había heredado de su madre ya que pertenecía a la iglesia y desde muy niño la acompañaba a los hospitales para visitar a los enfermos. No podía entender porque tantos ancianos estaban abandonados o por lo menos eso parecía, una visita a la semana no alcanzaba para sanar esos corazones desconsolados.

Creció en una familia humilde, con su madre y una hermana mayor que cuanto pudo se fue de la casa. Estudio con mucho sacrificio la secundaria y cubría sus gastos de la universidad haciendo pequeños trabajos de enfermería.

Cuando falleció su madre le prometió que seguiría con la tarea de ayudar a los enfermos, ya tenía su misión y su trabajo lo llevo a ver que podía hacer mucho mas por los ancianos descubriendo así su pasión.

Su camino siempre fue de la casa al trabajo y del trabajo a la casa hasta que sus compañeros del trabajo lo invitaron a una fiesta de fin de año, contaba solo con veintiún añitos y se notaba su poca experiencia en la noche de baile.

El alcohol lo desinhibió y llego a conocer un chico que parecía lo mas bello de este mundo, obnubilado por su belleza se sintió atraído hasta el punto de dar rindas suelta a su sexualidad sin pensar en los riesgos.

Al día siguiente sintió culpa y miedo por lo que había hecho, sabia que no era amor y que su primera relación sexual tuvo menos emoción de la que hubiera deseado. Lo que la iglesia le había impuesto resonaba en su cabeza mientras que la conciencia lo carcomía por dentro pensando que podría haberse contagiado de algo. Si bien había usado preservativo sospechaba que algo no estuvo del todo bien.

El tiempo pasaba y la incertidumbre no lo dejaba dormir, recordó que en la universidad se realizaban test de HIV gratis, no quería perder más tiempo y después de varios intentos tuvo la valentía de presentarse para un análisis voluntario.

Había una sala de extracción de sangre con muchas banquetas para esperar su turno, cada minuto era eterno hasta que por fin le tomaron los datos para la extracción, cuando terminó le dieron un turno para retirar los resultados.

Su cabeza no podía pensar en otra cosa más que en retirar el resultado, hasta que ese día, el más gris de toda su vida, le dieron el informe de la prueba de HIV ,  sintió que su vida se había detenido, algo tan lejano que llegó a cambiarle su mundo.

Cuando llegó el médico lo hizo pasar y luego de un silencio prolongado le dijo:

-          ¿Quién te pidió los estudios?

-          Nadie, vine voluntariamente

-          ¿Por qué viniste?

-          Porque estuve en situación de riesgo y quería saber

-          Lamentablemente los resultados son positivos por lo que deberías empezar un tratamiento con pastillas retrovirales, voy a salir un momento para que pienses y luego me haces las preguntas que quieras hacerme.

LITO no podía respirar de tanta angustia, en ese momento solo podía pensar en su madre y las palabras que le dejó en su lecho de muerte “cuídate mucho porque debes cuidar a los que lo necesitan”. Sus ojos se llenaron de lagrimas porque no pudo cumplir la promesa.

Su cabeza explotaba y le salían miles de preguntas como: ¿Qué pasará con mi futuro? ¿contagié a alguien?¿me moriré mañana?¿podré resistir todo esto?

Cuando regresó el doctor no pudo preguntarle nada por el estado de shock, por suerte vino con una psicóloga que lo guió hasta un consultorio contiguo donde estaban otros jóvenes, eso lo calmó un poco.  La espera ya no importaba, el tiempo no existía solo un murmullo ensordecedor llenaba su cabeza.

Las incógnitas se multiplicaban a mil por hora y todavía faltaban que ingresen otros pacientes, cuando llegó su turno le preguntó:

-¿Tendré que dejar mi trabajo?

- No es momento de pensar en eso, ahora te vas a tu casa llorá, gritá, o te encerrás como ocurre en estos casos, cuando lo elabores debes tomar la decisión de como vas a encarar esta enfermedad y su correspondiente tratamiento.

Para un paciente que recibe semejante noticia la sintió muy cruel y poco profesional, tragó saliva y se fue a la facultad para tomar las clases de ese día, obvio que no era una persona sino un ente que miraba la lejanía triste y oscura.

Una compañera le preguntó:

-¿Cómo estás?

-Bien – le respondió

Algo tan simple y tan difícil de contestar, ¿realmente escuchan cuando preguntan?

Cerraba los ojos solo se imaginaba si le contara la realidad. ¿Qué pasaría? Lo marginarían, lo compadecerían, se asustarían, se alejarían para que no los contagiara, lo comprenderían, lo ayudarían. Como saberlo si no tenía a nadie.

Al llegar a su casa no podía conciliar el sueño y el llanto tampoco lograba salir, luego de mucho pensar pudo dormir.

El despertador sonó como todos los días a las 7:00 hs debía ir a trabajar con el nudo en la garganta y sin nada en el estómago porque no podía comer.

Debía atender a sus pacientes y darle lo mejor, aunque se le fuera la vida con ello, sabia como evitar poner en riesgo a los pacientes y tomaba todas las precauciones.

Pensó en matarse mil veces, pero había algo que se lo impedía ya que tenía una misión y aun no la había terminado, muy por dentro se alentaba diciendo: -debes continuar porque le haces falta a mucha gente.

Escaparse no era una posibilidad, ya había cometido el error de suicidarse lentamente, matarse ¿para qué? si el dolor era el mismo siempre.

Siempre solo con pocas ganas de vivir, su rostro apenas dibujaba lo que se siente cuando estas todo el día con ganas de llorar, te duele el alma y la impotencia te come por dentro, respiras y el aire no quiere salir como si fuera el ultimo de tu vida.

Siempre pensó que quería morir joven para no sufrir de viejo y que no quería hijos porque eran un problema ahora todo eso se hacía realidad.

Sus días comenzaron a ser distintos por la esperanza de la gente, mientras todos querían vivir LITO solo quería pasar ese mal momento, de a poco llegaba la aceptación y comenzaba a asomarse la resignación.

Cuando por fin entendió que ser portador sano de VIH era como tener diabetes, con pastillas por el resto de tu vida, pudo relajarse y soñar con un futuro.

Sus esfuerzos llegaron a dar frutos pudo terminar la facultad, ya era enfermero profesional y nadie mas que el sabia todo lo que le costó. Ese día pudo llorar de alegría agradeciendo siempre a su madre que desde allá arriba seguro lo protegía.

Durante mucho tiempo se destaco por su trabajo y todo el mundo lo quería por su buena predisposición y entrega hacia el paciente.

Trabajar le salvó de no pensar, porque su mente fue su peor enemigo.

Miró a la distancia y no podía creer por todo lo que pasó, pudo recibirse, realizó mucha de las cosas que tenía pendientes, pudo viajar, se enamoró, conoció a un ángel, descubrió su soledad como compañera, aprendió a disfrutarla. El enemigo intimo era él mismo, el que lo castigaba y no le permitía ser feliz.

En una publicidad LITO escuchó que había una ley donde los pacientes con enfermedades crónicas como el HIV se podían jubilar. Fue a un abogado y luego de muchos trámites en el Anses consiguió retirarse a los 50 años.

Quizás haya algo más allá del sol, por fin encontró la paz y el merecido descanso. Aunque con una jubilación mínima no tendría lo suficiente, ya había vivido todo solo quería descansar y sabiendo de donde había venido no pretendía más.

Paso un año desde que dejo de trabajar y cuando creía que todo comenzaba a funcionar se contagió de COVID y su cuerpo no lo resistió.

Nunca le hizo caso al título de paciente de riesgo y una pandemia se cobró una vida más.

¿Qué hizo mal? Si vivió para servir, quiso a otro ser humano como cualquiera, fue libre para amar, luchó y nunca bajo los brazos.

¿Estamos preparados para vivir con algo tan pesado como lo hizo LITO? ¿Somos capaces de aceptar nuestro destino?

Muchas preguntas sin respuestas, por eso voy a hacerme una promesa, si veo a alguien con tanta angustia en su corazón, voy a escucharlo, tal vez pueda dar un abrazo tan sanador como el que necesitó LITO y esa persona me de la oportunidad de cuidar al cuidador.

José Toconás   - Trabajador administrativo del sistema Privado de Salud –Hosp. Italiano- Ciudad de  Cordoba

Relato  15° Concurso Sin Presiones “Expresión escrita la salud de los trabajadorxs”                                                Organizado por el Instituto de Salud Laboral y Medio Ambiente (ISLyMA)  – Córdoba – 2024 

El Jurado expresó: Este relato conmovedor narra la historia personal de una persona y como enfrentó su enfermedad para poder seguir trabajando en lo que había sido la aspiración de toda su

 

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