Relato del 15° Concurso “Sin Presiones” Expresión Escrita de lxs Trabajadorxs

Título: El trabajo…¿Es salud?

d8915ac4b69b993500b9a89bcfe19d4e   Un nuevo día arranca en la vida de Loreley. Ella es una mujer de 45 años, tiene 2 hijos, una pareja con la cual convive hace más de 20 años, 5 gatos y 3 perros. Estudió y se graduó con el título de Trabajadora Social. Se desempeña en el ámbito de la salud, en un centro de salud de la localidad de donde es oriunda.

Un nuevo día arranca. Unos mates, revisar la agenda que es su hoja de ruta diaria. Un poco de música relajante y emprende el viaje a su trabajo. Son dos colectivos para llegar, “no es tan lejos, pero si es contramano” siempre dice a quienes le preguntan si trabaja lejos. Ya conoce los horarios de los colectivos, le gusta llegar con tiempo, no es de las que les da lo mismo ingresar a las 9hs que a las 8:45 “son 15’ de ponerme en sintonía, aclimatarme y prepararme para arrancar la jornada” se le escuchó decir.

Un nuevo día arranca. Siempre es nuevo en el sentido literal y metafórico. Ese día fue el día que más le peso y puso un parate en el ritmo que venía llevando Loreley.

Ese día no fue un día más, o en realidad, sí, fue un día más que se sumó a los que venía acumulando interiormente. Ya 3 años de trabajar en el mismo lugar, mismes compañeres, con personas que asisten al lugar buscando a la trabajadora social, historias de seguimientos que se suman, carpetas que colapsan de papeles, que para ella eran fragmentos de historias de personas que le recordaban trámites por hacer, solicitudes a presentar, informes pendientes, llamadas y un montón de intervenciones por acompañar.

Siempre en su vocabulario se puede escuchar la palabra acompañar, representa un montón para ella, y ese era y es su objetivo para con cada persona que acude a su espacio, le dice “espacio de trabajo social, consultorio es un término muy médico” argumenta. Es así que su espacio lo ambientó para que sea ameno para ella y para quien ingresa “no es lo mismo un lugar con plantas, cuadros, aromas, que sólo paredes blancas” decía a quienes elogiaban la decoración. Se apropió del lugar que le asignaron para desarrollarse como trabajadora social.

Un alma inquieta, siempre buscando actualizarse con cursos, diplomaturas, seminarios y cuánta capacitación existiese, a todo decía que sí, “es necesario estar informada, ayornarse” repetía. Por ello cada día era diferente, siempre con actividades. Pero… siempre hay un pero que implica cambios en las historias y en la vida de Loreley hubo uno, o varios.

Pero… ese día, fue un día diferente. Siempre sonriente, a veces quejándose de las condiciones en las cuales debía desarrollar su trabajo, pero ese pesar no lo trasladaba a quienes abrían la puerta de su espacio.

Pero… ese día no pudo, colapsó. Tanto acumular en nombre de su profesión, tantas tensiones entre el asistencialismo e intervenciones qué impliquen más que lo material, entre la dicotomía del mesianismo y el fatalismo, entre los límites y posibilidades.

Allí, ese día aflora lo que tras su sonrisa quedaba vedado. Si bien, tenía un horario de trabajo, más de una vez se iba después de hora “no puedo irme si la persona viene a buscarme” siempre había un motivo y en la semana sumaba horas. Horas que le implican energía que la mantenían conectada a su trabajo. Horas que restaba para descansar, para estar en su casa.

“El trabajo es salud me decía mi abuela”, repetía cada día, cual mantra, para darse aliento y seguir. No faltaba nunca, asistencia perfecta, nunca se enfermó, cumplía siempre con el horario, nunca llegaba tarde, pero sí, se iba tarde de su trabajo. Siempre problematizó el poder de las palabras, pero no pudo con la frase de su abuela, cuanto la marcó, cuanto la condicionó.

Volviendo a ese día, su cuerpo comenzó a manifestarse, un dolor de cabeza, una contractura, no lograr concentrarse, “ya se me va a pasar”, su sonrisa ya no era la misma. Aunque las situaciones por acompañar eran las mismas, falta de medicamentos, de alimentos, maltrato para con las niñeces, adultes en situación de calle, violencias por razones de géneros y un sin fin de situaciones que no dejaban de fluir. Es la única trabajadora social del lugar. Nadie con quien compartir sus sentipensares. Ni tampoco con quien lograr articular, en tanto muchas colegas despedidas, programas sociales sin funcionar, políticas públicas arrancadas. La incertidumbre de las personas que la buscaban, eran las mismas que de un tiempo a esta parte la acechaba a ella.

La angustia la comenzó acompañar de manera silenciosa. Un día más sin recursos laborales, “de palabras y esperanzas la gente no vive”, le dijo a la nutricionista cuando le comentaba sobre esa madre de 4 hijes que solicitaba la bolsa de mercadería, que no había ni habrá por decisión política. La angustia comienza a crecer, alimentándose de cada situación que le generaba impotencia.

Ese día, el día que marca un quiebre, le llega la interconsulta de pediatría, una niña con sospecha de abuso, tiene la entrevista con la familia, se activa protocolo. Se cierra la puerta y rompe en llanto, “no doy más, no puedo más” se le oyó decir. Ingresa su compañera de enfermería, la abraza.

Su cuerpo colapsó. ¿Dónde encontrar acompañamiento? ¿Pudo escuchar Loreley su interior? La cotidianeidad nos lleva puesto, nos arrasa. Pareciera que no hay tiempo para escucharnos. Estamos tan reseteados a funcionar como máquinas, a cumplir con nuestra función dentro de este sistema. Función que Loreley podía teorizar perfectamente, podía brindar una escucha activa para otres, pero en ella no, no pudo.

Ese día, un día de mayo Loreley entró en pánico, no pudo sostenerse más, se derrumbó física y mentalmente. Muchas veces participó de charlas sobre el impacto del trabajo en la salud, fue parte de comisiones donde el tema era las condiciones laborales, pero el espiral del sistema la fue neutralizando.

Hoy, lejos de su trabajo, con licencia, busca encontrar espacios para “tener cables de descarga a tierra” se dice a sí misma. Piensa en retomar su espacio laboral, pero ¿cómo?

En los pasillos del centro de salud ya no se la ve, la puerta de su espacio sigue cerrada. El cotidiano continúa para sus compañeres. Se escucha a veces que preguntan cómo está, si alguien sabe algo, “ella decía que estaba muy agotada”, “me dijo que le dolía la cabeza y le indiqué un analgésico”, “la vi media caída, pero no le quise preguntar”, “estaba un poco irritable”, un sinfín de conjeturas salen en los pasillos del centro de salud. Nadie, pensó lo que en su interior se gestaba, quizás muches pasando por lo mismo, pero automatizades, anestesiades, no pudiendo reconocer el impacto de las condiciones laborales en la salud.

Loreley presentó un proyecto a dirección sobre Pausa Activa, proyecto que no pudo concretar, por las condiciones de trabajo, una entrevista tras otra, sus compañeres no pudiendo tomarse esos 10’ porque se le atrasa el trabajo. “Son 10’ solamente, es tiempo para descomprimir” les decía, tiempo que ni ella podía tomarse.

Hoy está en su casa, con licencia por stress laboral. ¿Se pudo evitar? ¿Cómo cuidarme? Son preguntas que reflexiona con la psicóloga.

El impacto de las condiciones laborales, llegó a su vida. La fue despojando de fuerzas, energía, vaciando, tomando de su salud.

Mucho para reflexionar y buscando estrategias para volver a trabajar, como cuidar de otres sin descuidarse ella. Ella busca reencontrarse para habitar nuevamente su espacio laboral, su trabajo.

Paola Ledesma – Trabajadora Social – José C. Paz. Buenos Aires-                                                                                Relato  15° Concurso Sin Presiones “Expresión escrita la salud de los trabajadorxs”                                                  Organizado por el Instituto de Salud Laboral y Medio Ambiente (ISLyMA)  – Córdoba – 2024 
El jurado expresó: Relato sobre una trabajadora social del sistema de salud que se enferma a causa de sus labores. La crueldad de un sistema que agota a los y las trabajadoras. Visibiliza la soledad de muchos profesionales en sectores vulnerables, la ausencia de equipos de trabajo por parte del sistema.
El estado, el sistema… que dice que quiere estar presente y sin embargo expulsa a los profesionales

 

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