UN SEGUNDO
- Pero ya sé que es serio, pero no se puede hacer nada? Hace 10 años que esta acá eso no vale para evaluarla?. Y es buena empleada, errar es humano, y el Coordinador, no controlo nada? –dijo la Secretaria
El Administrador mira al vacío, por primera vez se lo nota sobrepasado, quizás compungido, sabe lo injusto de la situación.
- No sé, quieren echarla, no lo creo.
- No podes hacer algo? – insistió la Secretaria
- No, ya lo decidieron- dijo bajando la vista
Ella esperaba en el auto estacionado frente al hospital con un papel escrito con tres frases. Lloraba. Su marido la consolaba. No sé qué decir… Miraba ese papel de cuaderno escrito a mano cada vez más arrugado de tanto apretarlo. Tenía que cruzar a la oficina pero no sabía que decir.
Días atrás, ella se levantó como todos los días casi en forma automática, cansada de haber cuidado a su madre el día anterior con alzheimer. Desayuno apresuradamente y fue a trabajar.
Conecto sus pacientes, los controlo, jugaron al bingo un rato con ellos como tantos otros días, y luego, se sentó, se relajó y se dormitó. “Vamos Inés, hagamos los controles… “. Julián, su compañero de años la despabiló. Él le había hablado para que prestara más atención, para que no tuviera problemas. Ella intentaba hacerle caso pero… no le estaba siendo fácil. Solía recibir mensajes de su familia preguntándole o avisándole cosas mientras estaba trabajando, se desconcentraba.
Su marido estaba lidiando con una enfermedad de cuidado, su madre con alzheimer, se turnaban para cuidarla pero cada vez era peor. “Que año me ha tocado…”
El Coordinador de Enfermería no estaba de humor, bueno hace rato que no lo estaba. La retó varias veces y de mala forma. Habían pensado con sus compañeros, hablar con el Administrador porque las agresiones eran cada vez más seguidas, pero no hubo unidad, y después se dijo Para qué? Le darían la razón a él.
Hizo los controles, las maquinas anunciaban que se terminó el tratamiento y comenzó la desconexión. Como todos los días. Desde hace 10 años. De lunes a sábado. Feriados inclusive. Siempre lo mismo, “presta atención” se decía, que no sangre, que el filtro este bien, que el paciente no se sienta mal, que no tenga calambres, que todo esté en orden… Se escuchaba la voz del Coordinador apurándolos, tienen que entrar los otros pacientes, llama al camillero, cuiden las maquinas, pasale fisio, una orden tras otra y otra …
La médica paso para ver que estuviera todo bien, lo estaba, respiro… Lo único que le faltaba que esa medica la retara.
“Quiero ir al baño…” Fue y se mojó la cara sintiendo el agua fría que le recorría el rostro, cerró los ojos.
De nuevo a armar las máquinas, va a buscar el filtro de la pacienteque bajaron del internado y duda, fue un segundo… Esta aislada o no? Sigue caminando automáticamente y se dirige al sector lavado de filtros de los C+. Ve un balde preparado con un filtro y lo lleva. Miró el reloj, se estaba demorando. Preparó las máquinas de los 3 pacientes que le tocaban y dejo para el último la que bajaron del internado con aislamiento de contacto.
Tomo el último filtro que saco del lavado de filtros C+ y lo colocó, armó la máquina y conecto al paciente.
El Coordinador entró a la sala y le dijo que fuera a UTI a conectar a un paciente ahora, porque lo pedían de urgencia. “Y mis pacientes?” Se hará cargo Julián, su compañero. Y allí fue… la UTI abarrotada de pacientes, pero ella entro como en una nube, conecto al Paciente y espero su relevo.
“Y bueno, aguántatela, vos le dijiste que hoy te podías quedarte porque no hay enfermeros. Tendría que haber dicho que no pero después quien lo aguanta al Coordinador. Sé que no hay gente pero estoy cansada.” Se dijo.
Por fin después de 45 minutos llego su relevo y pudo bajar. La Jefa del Servicio la esperaba y la llevo aparte. Le dijo lo que había pasado. “Cambiaste el filtro, es muy grave le pusiste un C+ a alguien que es negativo” y ella lloró. Con lágrimas enormes sin poder creerlo. Sin entender que le pasó. Recorría en su mente todo lo que había hecho una y otra vez y no lo comprendía. Pidió perdón, rogo…
Ella continuaba con ese papel arrugado en el auto, lo miraba y miraba rogando que se transformara pero no, las tres frases seguían ahí, igual. “pido disculpas por lo que hice. Si cambie el filtro. Lamento lo que paso.”
Sus compañeros, salvo Julián, se alejaron de ella y la dejaron sola, no vaya a ser contagioso. La médica solo la escucho llorar. El dolor y la soledad que sentía la obnubilaban. No podía creer que nadie le preguntara que paso ni la abrazaran. Esto le podía pasar a cualquiera de ellos. Años creyendo que eran un grupo unido, pasaron muchas cosas juntos… Y ninguno se acercaba.
Ella no se dio cuenta que ese filtro C+ estaba incorrectamente guardado, debía estar en una caja especial en ese mismo lugar. A lo mejor eso evitaba lo que hizo. Tampoco se dio cuenta que para esa paciente internada debía solicitar un filtro descartable que solo lo tenía el Coordinador y tampoco él se dio cuenta de que no se lo pidió.
Menos observo que en la sala de aislamiento había un filtro mal guardado en las mismas condiciones, corriendo el mismo peligro. Por qué? Porque están trabajando así, sin pensar, automatizados…
Y cuando la secretaria con quien no tenía relación alguna le ayudo a hacer su descargo en un papel limpio y bien redactado, le dijo, “Inés, es ahora o nunca, tenés que defenderte”, pero ella llorando dijo no quiero meter en problemas a nadie.
Tomo coraje y se reunió con el Administrador con su descargo, lo entregó y solo pudo decir “lo siento” y lloró. Solo se escuchaba el silencio. No hubo respuesta.
En la mesa de la Secretaria quedo el papel arrugado con las tres frases… algunas letras se estaban borrando, unas lágrimas habían caído sobre él.
Liliana Ferreyra – Administrativa de la Salud Privada – Ciudad de Córdoba -
Relato del 14° Concurso SIN PRESIONES Expresión Escrita de lxs Trabajadorxs Organizado por el ISLyMA , 24 de agosto de 2023
El Jurado expresó: Una enfermera, un trabajo complejo, una vida dedicada al cuidado en su trabajo y en su casa, un descuido, un “piloto automático” para hacer la tarea interminable de todos los días, las exigencias y demandas permanentes sobre sus espaldas. Un error. Un despido. Y la soledad del que se siente dejado de lado por sus compañeros que una vez fueron sus pares. Un relato que recorre conmovedoramente lo que sucede con una trabajadora que vive un despido injusto