Título: ¿La posmodernidad mató a Honorio?
Hola, viejo del alma. Vos sabés que quisiera estar diciendo ésto a los gritos en una asamblea en tu hospital querido, el Hospital Provincial Doctor Alberto B. Sabin, pero no se puede: vos no me dejarías, ni ahora que se puede poner la x en el DNI, ni en un millón de años. Pero yo siento el peso de la falta de valentía, de no haber soportado –quizás- que te enojes conmigo, de no haber sido fría y sin principios sobre nuestra amistad, pero con principios de clase. ¿Hubiéramos conservado –quizá- tu vida?
Honorio era un moderno en el cabal sentido del término y de los que disputan sentido, porque no se callan: saben, tienen para proponer y proponen cómo, te dicen cómo el mundo es y cómo debe ser y cuál es forma posible de componerlo. Además lo hace con los recursos existentes, plantado en la Tierra.
Eso, y trabajar sin parar, hacía Honorio en el hospital provincial Doctor Alberto Sabin, en un mundo que conocía bien: se había preparado dedicada y esforzadamente para eso, y porque además formaba estudiantes que trabajaban, luego, en equipo con él en el Servicio de Enfermería, centro medular del hospital.
Tuvo uno dos o tres pecados Honorio en su cortada existencia: su visión hegeliana, moderna de lo que debía ser, lo llevó a construir una tesis que tomaba nada menos que el problema central del obrero oprimido de un hospital, el que cumple su tarea monásticamente y a la vez adopta -quiéralo o no- todas las tareas huérfanas existentes: el cuerpo de enfermería. No sólo exponía el problema, sino la solución (todavía recuerdo el encuadernado de tapas duras bordó, del que me ibas a hacer una copia). El muy atrevido osó planificar idealmente el funcionamiento de un grupo de trabajadores que rema mal y mucho, empobrecido, desclasado a fuerza de precarizarles la tarea y alienarles la conciencia, y que -paradojalmente- sostiene el hecho de que cualquier persona vaya a un hospital y siempre –siempre- lo atiendan. De noche, de día, feriados, ellos sostienen permanentemente la atención.
…Si quisieran -si quisieran los enfermeros- decir “basta”, o si se sentaran juntos en una escalera central y dijeran “ya no más”, de brazos caídos, la salud se pararía, sin más, …definitivamente.
Honorio se excedió en decir que sí podían trabajar en condiciones de dignidad (¡qué atrevimiento!) y cómo había que hacerlo. Eso es parte de su condena y su destino final, en un mundo que no le deja casi lugar al pensamiento científico (Creo que si vivieras, estarías en la expresión electoral de éste proceso con el Dr. Atienza, y yo hubiera recorrido 200 kilómetros para pedirte que hagas una lista con la Primera Línea).
El segundo defecto de Honorio, fue creer que la línea sindical conducida por la burocracia, iba apoyar e impulsar su brillante propuesta, así que se hizo delegado en su hospi, por el sindicato oficialista: primera asamblea provincial de delegados, los burócratas a sueldo lo sacan a patadas literalmente del local sindical.
Después de eso lo conocí a Honorio: Franca me lo presentó cuando fuimos a apoyar un proceso de lucha iniciado por ellos dos, que incluía el destape de la olla corrupta y podrida del negocio con la salud en el hospital Dr. Sabin, de la pujante ciudad Villa Indiscreta.
Podría hablar de Franca y de su lema de la verdad como bandera –queda para otra edición del Sin Presiones-, pero es que todos extrañamos a Honorio. Quisiera levantar el teléfono y preguntarle y que me diga cómo tendrían que trabajar los enfermeros en pandemia, cuál es el eje del reclamo, dónde es que la lucha va a resultar, hasta dónde.
Como les decía antes de la divagación, Franca habló todo lo que sabía de las cirugías cobradas en un hospital público y de las concesiones a empresas truchas, y de las miles de horas extras pagadas para garantizar el acallamiento de enfermería. Ni Honorio, ni Franca estaban dispuestos a callar más y fuimos rápido, sin conocerlos, porque era un problema su seguridad primeramente, por la olla destapada. No nos equivocamos. También fuimos porque la crisis comenzó un proceso de lucha en todo el hospital.
El tercer error del compañero fue querer tener una vida privada, ser un sujeto complejo además de un trabajador esclavo, luchar y tener opinión crítica fuerte, muy fuerte. En los pueblos chicos y grandes, en ciudades chicas y en algunas grandes, no se pueden las dos cosas. Así que fue la forma más simple y efectiva y barata de deshacerse de Honorio –nombre que molestaba cada vez más en algunos círculos de profesionales casados con el sindicato oficialista y con el proceso de privatización prepandemia-, ellos aplicaron la avenida asfaltada de hashtags, me gusta, compartidos y trendingtopics que ofrece la posmodernidad: una tremenda campaña de difamación en medios locales y redes, usando el prejuicio social sobre la homosexualidad para cancelar moralmente su palabra, sus pruebas contundentes, su estatura (¡cómo nos haces falta viejo en esta guerra tan desigual!).
La pudimos pelear muy bien. Voy y hablo con Honorio: hace nueve meses no tienen una sola prueba contra él ¡No tienen una sola prueba! Sólo un pibe diciendo que le apoyó el tensiómetro en los genitales, que se desdice entre entrevista y entrevista, de un par de medios caníbales.
-Es verdad -dice Honorio- la podemos pelear. Pero están mi esposa e hijos. No voy a permitir que los afecte públicamente -no lo voy a hacer. Trato de explicarle que no, aunque probablemente haría lo mismo. Le ofrezco hablar con su familia. Que no. Honorio se traga todo. Todavía creo que no hice suficiente. No insistí. Te encontré exultante de felicidad en Maimará, paseando con tu esposa y tus hijos: entiendo de qué me hablas. Y entonces te callás y yo me callo con vos, porque creo que así te respeto. ¡Como quisiera que no me hablaras, enojado, ni tu Valentina, ni tu Amado, ni tú Floriana: que me odien y no me hables nunca más, pero haber hecho lo que correspondía: una tremenda asamblea, para definir con los compañeros que te valoraban y querían (¡todo el hospital!) ir a sacar de los pelos de su oficina al Cobarde del jefe de personal que había iniciado la campaña, que se metió con lo más frágil que tenías y te arrinconó, porque eras sensible, y tú punto más sensible era la hermosa sonrisa de tus chicos que hoy yo puedo ver, pero vos no podés ver. Los buenos mueren, y la pandemia empezó ese día.
¿La banalidad posmoderna –que vive en todos y es la estrella en la TV y tapa de las revistas, y es tendencia en twister e instalgran- mató a Honorio?
Cuando apuro un vino y quiero preguntarte que hacemos con los enfermeros que se mueren de a poquito arriesgando la vida, la cabeza, la familia, el tiempo vital, la salud en ésta pandemia por dos mangos, y marco tu número sin llamar porque ese teléfono lo tiene ahora tu viuda, tu gran y enorme compañera, porque sé que vos tendrías la respuesta del eje de campaña, quisiera haber nacido en el tiempo de Carrillo, el tiempo en que a ningún Honorio se le reventaría la arteria vertebral por quedarse callado, tiempo de la primavera de la salud pública, de la que se habla casi como un unicornio azul. Tiempo en que no tendría que conocer a su hermosa esposa alojada en mi casa en la capital, preparar un baño y un café con facturas, y escuchar (como un gesto inútil como el movimiento un insecto panza arriba) a una casi viuda (porque el compañero decidió callar) y se muere al inicio de la pandemia en el 2020 que lo reclama.
No hay un homenaje que te pueda hacer sin sentirme vacua, compañero. Solamente intento limpiar de postmodernidad, de banalidad, este mundo insuficiente, pero potencialmente majestuoso, en el que tus hijos y mis hijos, vienen creciendo y tomando estatura. Desde que te fuiste.
Hay una debacle y un colapso, una pandemia que quizá anticipaste. Pero hay un nacimiento por el que hay que pelear y romper los moldes. En algunos insomnios y en otros sueños te escucho decir eso. Pueda ser que esta vez te escuche más fuerte.
Basado en hechos reales, los nombres y lugares han sido cambiados.
Sofía Ahun – Cosquín Provincia de Córdoba - Docente y Administrativa del Ministerio de Salud
Relato del 12° Concurso Sin Presiones Expresión Escrita de lxs Trabajadorxs
Organizado por el ISLyMA – Córdoba setiembre de 2021
EL JURADO EXPRESÓ : Las pujas y sentires de un trabajador de la salud. Una profesión histórica e indispensable, en una constante lucha por su reconocimiento. ¿Hasta cuándo?