“ Vivir a cuenta gotas “
Sonó mi alarma!!!, me costó levantarme, sentada al costado de mi cama, sorprendida aun de aquel extraño sueño, si!! revivir mi último despido laboral; no era la primera vez que vivía esa situación, ya tenía vasta experiencia, comencé a trabajar desde mi infancia junto a mi madre, hoy recuerdo aquellos ventanales que veía gigantes, me tocaba barrer los patios, la vereda y luego corría para llevar a la escuela.
El año comienza y ya me siento cansada, no olvido la frases que mi empleadora me dijo en aquella ocasión:”no te preocupes que trabajo no te faltará, sos una mujer trabajadora” como si fuese mi propia decisión, vinieron a mi memoria palabras como emprendedora, progreso, sostenedora, están muy en boga hoy. Frases sin sustento como “el trabajo dignifica”. Perdón, perdón y si me encuentro desocupada ¿No soy digna?, ¿la dignidad la otorga el trabajo o el hombre? ¿Acaso es mi decisión o un toque mágico conseguir trabajo? ¿es cuestión de actitud? ¿De suerte? ¿Del toque de una varita mágica?
Pasaron varias cosas desde que me despidieron aun cuando conservo otras casas de familia donde trabajo, es que no lo esperaba había, conversado con Rosa (mi empleadora) los problemas de salud que aquejaban a mi padre, las internaciones y como hacia malabares para poder continuar mi trabajo, mis estudios y el cuidado de mi padre. Pero ahí estaba yo parada frente a ella y congelada mientras me comentaba que la “nueva” limpiaría y trabajaría, a su vez de niñera, todo por la misma paga y ¿saben? no culpo a la nueva trabajadora, la falta de trabajo y oportunidades hace que nos auto-explotemos y seamos multi-funciones, como los artefactos “domésticos”, de los cuales aparentemente yo sería una más, “la empleada domestica”, que nos sumamos cada vez mas tareas para así poder demostrar al mercado que somos eficaces, eficientes, capaz, flexibles y “competitivas”.
“La necesidad tiene cara de hereje” y eso nos derrumba diariamente ante el vasto ejercito de mano de obra barata, lo que lleva a renunciar a nuestros derechos, no ser registrada o registradas sin goce de ningún derecho, la patronal conoce las necesidades de nuestro sector, la única satisfacción que nos queda es poder llevar un plato de comida a la mesa.
A dos meses de mi despido de encontré en mi habitación vulnerable, con mis miedos y la necesidad de volver a empezar, a dos día de la partida de papa tuve que volver a mi trabajo, tenía mi bolsillo en rojo de deudas acumuladas y no gozaba de ningún derecho por duelo, si faltaba no me pagaban, volví a mi rutina a mis horarios a correr contra reloj.
Pero ahí estaban mis miedos para asaltarme en el momento que menos lo esperaba con el alma cansada, me reincorpore a mi rutina sin ni siquiera rezongar, me encontraba sentada en el borde de mi cama, el reloj marcaba la cinco de la mañana, me esperaba un día largo de trabajo y luego a estudiar pero ante todo me encontraba en mi habitación, reconociendo que me dolía, que tenía miedo a la incertidumbre haciendo carne aquel despido tan inesperado, como continuar? ¿Cómo había anestesiado mi humanidad para seguir? ¿Por qué nos acostumbramos tanto a gritar en silencio?¿por qué no reconocí mi dolor?¿y mis miedos?¿desde cuándo pagamos a cuenta gotas el sobrevivir? ¿Por qué tan disciplinada?¿por qué?
Sera que me han hecho creer que todo se puede pagar que lo que no te mata te hace más fuerte, cuando en verdad te anestesia de apoco, me levante lentamente, me prepare unos mates y un instante deje que las lagrimas rodaran por mi rostro-Si!!! deje que mi alma fuera libre y escapar del corsé que me han impuesto, manifestar el dolor de las pérdidas.
Reconocí mis miedos, que necesitaría conseguir otro trabajo pero sobretodo reconocerme como algo más que una pieza sustituible o descartable y que se reemplaza, donde los proyectos y sueños se van marchitando, en esa brevedad del tiempo sentada en mi cama me atreví a desafiar el sistema, darme tiempo, valorame, buscar la revancha y sobre todo abrazar nuevamente mi humanidad
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Marcela Irina Muñoz (Trabajadora Casa de familia – Paraná)
Expresó el Jurado:
“El relato trata sobre las angustiosas penurias por las que atraviesan las trabajadoras de casa de familia y la naturalización de ese “sentido común” que las lleva a autoexplotarse y deshumanizarse”
9º Concurso SIN PRESIONES. Expresión Escrita la salud de los trabajadores/as.
Córdoba, 27 de julio de 2018