Relato que describe la situación de estrés post traumático vivida por una docente y el periplo institucional que le hacen padecer desde el Ministerio de Educación.
* Título: “Jueves”
Seudónimo: Luna Paz
Soledad Monguillot – La Granja Ruta E 53 – Córdoba
5to Concurso de Expresión Escrita de los Trabajadores “Sin Presiones”
1º Premio:
* Por Luna Paz
¿Y ahora qué vas a hacer? Te gritaron muy fuerte. Te denigraron. No te escucharon. Te dieron en el punto más débil. Quienes debieron protegerte no estaban. No están. No hay nadie… ni nada. Todo lo construido, las baldosas firmes por las que caminabas se quebraron. “Justo que íbamos tan bien”, repetís cada segundo.
Te secas las lágrimas y temblás. No podes creer estar llorándole a un grupo de “profesionales” de la salud. Tu credibilidad hoy no sirve, tenés que mendigar.
- ¿Por qué te preocupas por una escuela del gobierno? La van a reconstruir.
Vos les explicás que no era pública. Que el proyecto de Gustavo se trataba de un emprendimiento privado de más de 20 años. Lo vieron nacer y crecer.
- Bueno…te voy a reprogramar la junta… (Se produce un silencio y piensa). No, no, no, ya está. Te voy a dar el alta.
La psiquiatra firmó y se fue. Vos no supiste qué hacer. Le reclamaste al viejo, el único que se dignó a quedarse, que nadie te escuchaba. Del otro lado del escritorio y con aires de tranquilidad te dijo: “Firmá ¿querés?.
Mónica salió llorando. El mundo continúa. Nadie parece comprender ( a pesar de que su esposo salió en varios noticieros y recibió la visita del Gobernador ) lo que se siente, lo que les va a costar rearmarse. Se quemó todo. En menos de 10 minutos, la infraestructura, el monte y el trabajo de su pareja se esfumaron.
Luego de la catástrofe, los días se vivieron veloces. Los evacuados, la casa repleta de gente, los almuerzos numerosos, las lágrimas colectivas, el olor a humo. “Justo que íbamos tan bien”, susurraba.
De repente, era jueves. Continuando con su compromiso de hierro, se puso una camisa y salió temprano. Obviar el cielo rojo no fu suficiente. En el colegio al instante notaron que no estaba bien. Con cada saludo su pera temblaba hasta brotar en llanto. Los compañeros la impulsaron a que pidiera carpeta médica para el viernes y que viera a un psiquiatra urgente.
Por suerte, tuvo un mes para acompañar a Gustavo y hacer el duelo juntos. Trabajar la huerta, ver a algún amigo y dormir, sobre todo dormir. Sin embargo, nadie sabe que las llamas dejaron al descubierto tantas otras heridas. Encontrar a una buena psicóloga, asumir que necesitaba una, fue un logro de varios días. Lo mejor iba a ser que pasara el tiempo, tratarse con Graciela y evitar los sedantes.
Octubre comenzó y debía regresar a la junta médica. Tenía la firme idea de renovar la licencia psiquiátrica. Necesitaba más tiempo, no tenía fuerzas y lloraba seguido. Lo único que la tranquilizaba era tener en sus manos el papel con la firma de su psicóloga.
-¡ La firma de un psiquiatra hace falta! No entendés, esto no vale de nada. No seguiste las indicaciones.
- Bueno, te voy a reprogramar la junta. ( Se produce un silencio y piensa). No, no, no, ya está. Te voy a dar el alta ahora mismo.
- Ya sé lo que pasa, vos te querés quedar en tu casa sin hacer nada.
Jurás que no. Siempre fuiste una docente responsable, con asistencia perfecta. Coordinaste actos, acompañaste a los alumnos en viajes, organizaste talleres y más.
22 años trabajando como una hormiga, aun con desgano poniéndole ganas. La vez que reclamás por un derecho tan sensible como éste te humillan. No sos una mentirosa , no sos una vaga, no sos una irresponsable. Tu compañera, delegada de la UEPC te dice que tenés que recursar, que no tenés que volver al aula. Por otro lado, el Representante del Departamento Colón te advierte que están dando de baja a casos mucho peores que el tuyo, que “ ni intentes”.
Sos una basura. Estás en el último escalón de este sistema asfixiante. Querés llorar y dormir, nada más. Pero los chicos están sin clases, la suplencia se cayó y tendrías que verle la cara nuevamente a ella que tan mal te trató. Reclamar por una licencia psiquiátrica requiere que estés firme e inmune a todo tipo de mirada y acusación. Además necesitarías un buen abogado laboralista que te explique los derechos que tenés y si te pueden seguir amenazando con un supuesto “abandono de cargo”.
No tenés energías. Lo mejor va a ser volver sin chistar. Aunque no lo sepas, según la Gestalt padecés de sufrimiento antropológico. Frente a desastres naturales o accidentes, la gente pierde las representaciones que conforman su identidad. Sus anclajes sociales se desvanecen. Claramente no tenés idea de esto. Si bien lo entendés mejor que nadie, no dejás de sentirte culposa.
Nuevamente es jueves. Te ponés la camisa blanca y lavás tu rostro. Durante el viaje, el dolor del pecho se agudiza. Respirás hondo y saludas a tus colegas. Acá estás para dar lo mejor (se supone que debés dar lo mejor). Frente a los 40 adolescentes y con un nudo en la garganta decís: “buenos días”. Quién te dice, quizás sean buenos días.
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