La vela se apaga

”El trabajo”, escultura en bronce del artista plástico argentino Antonio SassoneSalió del mismo hoyo

Salió del mismo hoyo
Repitiéndose como jaculatoria:
El trabajo es salud;
le dijeron;
Doblándose las piernas y la espalda,
por el cansancio
y por el peso de la necesidad,
emparentado al miedo de perder
más de lo que no tenía.

Aceleró la marcha,
hasta llegar con esa gorda gota,
que explota en la cien
y estalla por todo el cuerpo:
El trabajo es salud,
le predicaron,
desde el apostolado del capataz,
y lo brotaron de broncas y frustración,
patéandose en el mismo lodo
para poder caver ahí, dónde no hay
tanto barro y poco barrio.

Espera ansioso el colectivo,
porque los minutos pasan,
y temeroso, mirando a cada lado
revisa el teléfono:
El trabajo es salud;
le gritaron;
y le arrebataron el tiempo,
entre horas mal pagas,
entre vínculos descuidados y destruídos,
y lo abrazó una galopante gastritis,
sin lograr digerir
todo el tiempo saqueado.

Quedó mirando el mazo
y nunca se le entregó su carta,
su prometida y debida carta,
y aún así, repitió ese pregón:
El trabajo es salud,
una salud privativa,
que no entiende el lenguaje de sus callos,
ni la amargura de ese cuero vacío,
doblado y guardado en el bolsillo trasero.

Abrió su neceser
y un espejo le devolvió
que las ojeras son su maquillaje
y el insomnio la inmejorable compañía nocturna,
pero la propaganda suena fuerte,
y es permanente,
y en cada rincón resuena,
y en cada bar se grita:
El trabajo es salud.

Una vez más le predicaron,
le reforzaron y le convencieron:
El trabajo es salud
y con bombos y platillos aplaudió,
lo que luego lo brotaría
en indignación permanente,
en migajas inalcanzables,
en sus horas acumuladas en un copón
que no se derrama, ni se parte.
Y sudó la boca de su estómago
la amargura dolorosa.

Caminó lento, intentando suavizar
el peso lumbar devenido en dolor,
mientras en la empapelada avenida
el vértigo no cesaba,
miró y leyó flotando que
esa prescripción validaba
que a su psiquis le ganó la estupidez:
El trabajo es salud,
lo convencieron,
y se brotó de bronca e indignación
Y la indignación va partiéndole
el pecho en pedacitos.

Toma su pancarta y se aglutina en la multitud
Oye ruidos estrepitosos y él está ahí
es parte del gremio de los desesperados
y grita rezos repetidos
que quizá alguien escuchará
En su mano una vela simula ser antorcha,
tenue y frágil, en una tarde nubosa,
advirtiendo que una vez se fagocitaron sus sueños.
Está hinchado pero aún no explota,
recoge de su imaginación
algunos proyectos partidos y se levanta
para DESvivido VIVIR
sobreviviendo para sobrevivIR.

Marcelo Javier Aguirre – Ciudad de Córdoba – Educador en Residencia de SENAF -Aldeas Infantiles-                SEGUNDO PREMIO del 14° Concurso  SIN PRESIONES  Expresión escrita de lxs trabajadorxs.                Organizado por el ISLyMA , 24 de agosto de 2023

El jurado expresó:  El trabajo es salud, le repetían y se repetía en este relato que recorre como en un espiral poético el cansancio, la explotación, la bronca, la frustración, los vínculos, el tiempo saqueado, la amargura de un cuerpo vacío y sus sueños que una vez fueron fagocitados. Un trabajador que devela las trampas detrás de esa frase vacía “el trabajo es salud”.                                                                                                                                                                                  “Está hinchado pero aún no explota, recoge de su imaginación algunos proyectos partidos y se levanta para DESvivido VIVIR sobreviviendo para sobrevivIR”