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Título: “La Sonrisa del “Crack”
En el juego total, los primeros que defienden son los que atacan”
Me sonrió, fue lo mejor que conseguí. No me sentí ingenuo, la espera valió la pena, más allá del fresco y del viento, me fue suficiente. Cuántas veces pagué una entrada y no recibí más que el aplauso con las manos arriba de la cabeza que es totalmente impersonal, se entiende como una retribución al público, pero es para todos y yo pretendo que mi afición sea más valorada. En este caso fue solo para mí. Estuvo bueno, me conmovió, lo veía venir con su camiseta celeste al tranco descoordinado, sus compañeros también venían igual de descoordinados pero vitales, activos, enérgicos. Se tomó un segundo y me miró. Yo aplaudí, le grité: “Buena pibe, muy buena, te felicito”. Pasaron rápido, pero se tomó un segundo, me miró y me sonrió. Una sonrisa ingenua pero cálida, yo sabía que era esperable que no emita un sonido de su boca porque le faltaba el aire, no estaba ahogado, ya había cambiado el aire, vaya a saber cuánto tiempo atrás, pero no habla para poder mantener el ritmo de la respiración a ciento cincuenta pulsaciones por minuto.
Todo el mundo lo mira, lo ven transpirar, frenar, arrancar, acelerar, agacharse a destiempo, cada tanto saltar, todo el sacrificio por el bien común. No entiendo bien cómo es que hace, porque los aplausos generalmente se lo llevan los talentosos, pero él sigue corriendo, sacrificándose. Lo miran, y hay que decirlo, la mayoría con desdén, desde arriba. Lo primero que dicen es: “para eso le pagan”. A veces lo insultan, le gritan desde lejos. Pero él no puede permitir que le afecte, la cosa sigue: “hay que poner huevo, hay que meter”, así se auto convence para seguir, para saber que tiene un sentido más allá del resultado.
Debo admitir que siempre va por los costados, no avanza nunca por el medio, por una cuestión más de economía energética que táctica, si va por el medio tiene que volver a abrirse sino no puede cumplir su responsabilidad. Así que siempre por afuera, a puro sacrificio, los que van por el medio son más fiolos. No corren, solo conducen, solo manejan dos tiempos, primera y segunda, muy rara vez una aceleración o un cambio de ritmo, y por supuesto dan órdenes desde un pedestal de superioridad.
Me pregunto cómo será la charla al final de tanto esfuerzo, imagino que no debe haber mucho reconocimiento, al contrario algún reproche de un directivo. Pero al otro día hay que correr. Por eso mi más profunda admiración y agradecimiento a los recolectores de residuos. Gracias Muchachos!!!
PD: Condiciones de trabajo dignas para los recolectores!!!
PABLO SEBASTIÁN GIORDANA – ANALISTA QUÍMICO- NEUQUÉN
El Jurado expresó: Hermoso y bello cuento que logra atraer la atención con una narración simple directa y con los condimentos futboleros necesarios para atraparnos por el deseo de conocer el resultado final del partido.
En todo Juego de equipo se viven distintas responsabilidades y habilidades, pero que si se hacen cada vez mejor aumentan la pasión y la efectividad.
Se van entrelazando las palabras de los supuestos opinologos que siempre desmerecen “para eso le pagan” o “hay que poner más huevo, hay que meter” expresión de la pasión que nos viene de la infancia alimentada en el potrero del barrio.
Imaginación que valora su esfuerzo que termina siendo fundamental en comparación de aquellos “privilegiados” que escatiman el suyo y rara vez producen “cambios de ritmo”.
Nos convoca a recibir alegremente esa sonrisa cómplice que nos hace compartir el grito de “buena pibe, muy bueno”.
Y termina dibujando una sonrisa real en nuestro rostro (que se agradece), cuando nos sorprende al darnos cuenta que nuestro aliento no será para el “wing” que recordamos en una cancha, sino para el “recolector de basura” que todos los días vuelve una y otra vez a correr.
11° Concurso “SIN PRESIONES” Expresión Escrita de los Trabajadorxs - Organizado por el ISLyMA – Córdoba 2020