Relato del 12° Concurso “Sin Presiones” Expresión Escrita de lxs Trabajadorxs

Título: “No tengas miedo”

6821dade-a647-4f4e-82cd-2d601b1a3d46Estoy tan cansado, me decía, y, desde sus inviernos, volvía nostalgiando los ausentes.

Por algún minuto perdió un nombre, en otro rostro y más allá la sonrisa.

De este lado las sombras tenebrosas, uniformadas y la clandestinidad.

Después las otras, las elegidas, que lo llevaron a la misma necesidad de la transpiración mal paga y recurrente del “no me alcanza”.

Ensordecido de alcohol se mece en el paso para volver a ningún lado… ya no lo tiene, ese
punto no lo supo descifrar y mucho menos defender.

Mientras la oscuridad se devora el eco de sus pasos, trata de identificar cada cayo de su mano
derecha, esa que le habían dicho que era la de dar… ¿dar? ¿Dar qué?. ¡Dar! Si ya no le
quedaba.

Revuelve, hurga en el bolsillo miserable y desfondado el último peso que ya no existe
mientras cruza de madrugada, por lo que queda de la Plaza España.

Sin brújula, allá lejos, la Cañada es una referencia en el plano de los sin destino, sin brújula
no se acuerda dónde mierda queda la Cañada.

Mira las ventanas de los edificios como un mundo ajeno, inalcanzable, insondable, mientras
le duele el costado, no sabe cuál, pero le duele.

Ni cerca ni lejos, presiento su sombra en la sombra que marcha con otra mayor, sin que le dé
sentido.
Un sonido lejano lo detiene en rojo, en la esquina y pierde la policromía, petrificado, entre
vahos misteriosos, desequilibrado en la vereda.

Hace algún tiempo contaba de luchas heroicas, de banderas inmaculadas, nada más que
recuerdos.

El envión le hace bajar de la vereda y continúa, ahora silva desafinando la nota, mezclando
letras mientras prende otro cigarrillo.

Sabe que no llueve, pero siente como corren las gotas mejilla abajo.

Desde ese algún tiempo, no tan lejano, revive…

Bufa en el piso, la tierra le descubre los surcos transpirados, se le pega en la camisa, está
caliente el asfalto todavía.

Prolijamente la tonfa lo recorre descubriéndole dolores en lugares que no sabía que le
pertenecían. La rodilla mercenaria lo encarna en la calle y llora de humo e impotencia…
putea infinitamente, la gente se arremolina y despega, se van, y esa ola lo olvida, lo sacrifica.

Los brazos ya no le pertenecen, anormales, se le pegan en la espalda, inmovilizadas las
manos.

Y siguen los golpes, levantado por el pelo, le suman más dolores.

Putea amargamente, ya nadie lo escucha.

¿Hace cuántas vidas ocurrió?

Las mañanas eran casi circulares, siempre la rutina. Que Belgrano, que no me alcanza, la
paritaria, el sindicato… siempre igual.

Sin saber su pecado se deja llevar, amontonado, sigue aumentando padecimientos como si
no alcanzaran los cotidianos.

Después el telegrama y la vuelta al alcohol, “otra vuelta amigo” y el vino que se acerca, que
lo ignora en una mesa manchada de injusticias, muda y las moscas que vuelven y vuelven.

Ya no le quedan días de obrero.

Fue un número entre los detenidos, anónimo, ignorado, pero estuvo, se las aguantó y soporto
la zozobra de un uniforme cobarde que le siguió pegando aún con las manos atadas.

No tengas miedo hijo, estoy bien…

Ahora termina de cruzar la calle, ¿a dónde ir?

No temas mamá.

El equilibrista se mece, su ritmo no está para concursos, y mañana otra vez el reloj lo
levantará a golpear puertas que sabe no se van a abrir.

Él me preguntaba qué calle llevará su nombre, que plaza su estatua, dónde su imagen…

Este anónimo, sabe que siempre encontrará muchos Judas en su camino, pero no se entrega
mansamente.

Me distraigo sin saber que decir, miro la gente que pasa, ¡qué decirle si tiene razón!

Ella, su compañera, tampoco entendió.

Un día se encontró que no tenía más hijo ni mujer, desfamiliado se definía, pero no contaba
que los descuidó por luchar, comprometerse, creer que hay un mundo posible.

Entonces, por algún acaso de la vida, se dio cuenta.

Sin ser entendido este hombre ahora deambula por la noche, se recostará donde el sueño lo
encuentre sin dejar de considerarse un trabajador.

Nunca quiso la comodidad de los cobardes, luchar, luchar.

Los caminos no se desandan. Es una mentira creer que se puede volver a ser lo que ya se ha
dejado, en realidad simplemente se trata de la vil excusa de los temerosos que no resuelven
el presente y buscan en las formulas del fracaso de otros días las soluciones que no se han de
encontrar.

Es posible que al final de los caminos esté la verdadera felicidad, lejos de las imposturas que
no tienen sentido ni precio.

Solo. Un hombre solo en la oquedad de la noche, en el murmullo del mundo que nacía a otro
día de rutinas y crueldades.

Alguna vez ha de llover felicidad en el mundo y se fue. Te fuiste y no sabemos más nada,
alguna vez ha de llover felicidad en el mundo, pero no hoy.

Estarán los zapatos gastados, otra vez sin un mango…

Me parece que te veo y recuerdo que me decías: “Nunca tengas miedo hijo…”

Oscar Salguero  -  Huerta Grande Provincia de Córdoba   - Herrero

Relato del 12° Concurso Sin Presiones Expresión Escrita de lxs Trabajadorxs 

Organizado por el ISLyMA – Córdoba setiembre de 2021

JURADO: Los recuerdos en un laberinto. Parece por momentos haber encontrado la fuente de la esperanza. Una oda a la entrega. Las vicisitudes de un guerrero vencido de una causa invencible. Una más de lxs miles que transitan por las calles y más que anónimas son testigos de nuestros días. Conmovedora evocación de un luchador.

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